Слике страница
PDF
ePub

4. RASGOS PRINCIPALES DEL JULIO CÉSAR

Es el Julio César una tragedia en la cual se pone de manifiesto la lucha entre un grupo de personas y ciertas fuerzas que las rodean, contrarían y abruman. La unidad de acción y el interés tienen como centro la personalidad de Julio César. En cuanto a su arreglo técnico, la pieza es sencilla y de mucho efecto. El autor ha desarrollado su argumento concienzudamente, presentando la exposición, la complicación de la acción, el clímax, la resolución del problema planteado y la catástrofe o el desenlace.

Al narrar la historia de César, Shakespeare siguió su costumbre establecida en el tratamiento de cualquier asunto histórico. Mucho más le importaban la acción e interés dramáticos que la exactitud y realidad históricas. Shakespeare siguió la norma del gran dramaturgo español, Lope de Vega. Poco le importaban las reglas del arte; mucho el gusto del público. Por lo tanto, en su tragedia Shakespeare aceptó las tradiciones ya conocidas por el pueblo, en vez de contrariarlo tratando de instruirlo con detalles históricos precisos que no estaban en consonancia con la creencia popular. Ya se ha dicho que se atuvo fielmente a la versión de Plutarco traducida por North. No se ocupó el autor en averiguar la verdad de lo escrito por Plutarco, ni si los fenómenos sobrenaturales eran verosímiles o no. Desde su punto de vista, sólo le importaba aprovechar todo lo que podía utilizarse para surtir efecto dramático y rechazar todo lo que no servía para complacer al público. En realidad, no nos presenta la personalidad de Julio César tal cual era sino con todos los defectos y virtudes que le atribuye Plutarco. Dice MacPherson,

«El pronóstico de la muerte de César por el adivino, su ratificación más tarde; el aviso de Artemidoro; la ofrenda que se vió no tener corazón; el sueño de Calpurnia; las vacilaciones

casa,

de César, su preocupación con respecto a la esterilidad de las mujeres, su antipatía a la gente flaca; todas las circunstancias referentes al juramento de los conjurados; el carácter de Ligario; la exclusión de Cicerón por los conjurados; las relaciones de Porcia hacia Bruto; la prueba de que habla, sus quejas; la contestación de Bruto a Porcia, su intranquilidad, su salida de la pregunta de Casio a Bruto de si se conoce; los anónimos; los accidentes todos de la muerte de César; la manera de hacer a César ir al Capitolio propuesta por Decio Bruto; la conducta de Marco Antonio inmediatamente después de la muerte de César; el sueño del poeta Cina, su muerte por haberlo confundido el pueblo con Cina el conspirador; la disputa de Bruto y Casio, su reconciliación antes de la batalla, su discusión acerca de si el hombre debe o no suicidarse; la equivocación de Bruto creyendo perdida la batalla, su ambiguo éxito al principio; el suicidio de Bruto, el de Casio, la muerte de éste con la misma arma que hirió a César, todo esto y mucho más se encuentra en las biografías de Plutarco y en el Julio César de Shakespeare. »

Hace además las variaciones que cree necesarias para el buen éxito de la representación. Por ejemplo, en el quinto acto hace librar dos batallas en un mismo día cuando en realidad transcurrieron veinte días entre la primera y la segunda.

El Julio César tiene cierto rasgo en grado mucho más marcado que ninguna otra obra del autor; el destino es irresistible y lo rige y lo determina todo. Los acontecimientos de mayor importancia en el mundo no están sujetos a la voluntad de los hombres, y el autor hace preguntar a César mismo «¿Quién podrá evitar que se realice lo que los dioses han dispuesto? » El mismo Casio, a pesar de sus doctrinas epicúreas está dominado, hacia el fin del drama, por el presentimiento de la ruina y de la destrucción que cree inevitables. La lechuza que dejó oír su grito al mediodía en la plaza del mercado nos hace recordar que el dominio de las cosas mundanas está fuera del poder humano.

Y

finalmente el joven Octavio es la personificación e instrumento del destino para castigar a Bruto y a Casio, no porque posee dotes más elevados que ellos, sino porque es el medio escogido para hacer cumplir la voluntad del cielo.

No debe suponerse, sin embargo, que los pronósticos y agüeros introducidos en la tragedia representan la creencia del autor. El insigne escritor no da idea alguna en cuanto a su propia opinión y criterio acerca de la mayor parte de los asuntos tratados en sus obras. Nos presenta la verdad de las cosas; hace que sus personajes expongan sus juicios y pareceres; y nos deja formar nuestras propias conclusiones.

Aunque la pieza lleva el nombre de Julio César, el héroe de la acción es Marco Bruto; por lo menos, en cuanto al estudio de caracteres, desempeña un papel mucho más importante e interesante que los otros personajes. El autor nos presenta a César en los momentos menos favorables de una vida llena de actividades asombrosas. El drama lo pinta como un hombre jactancioso, supersticioso y presuntuoso, que demuestra más fanfarronería que dignidad, que adolece de las debilidades de los demás hombres, pero que no obstante estos defectos ha alcanzado el dominio completo en Roma, debido a sus altas dotes personales, haciendo que Bruto le llame « el primer hombre de todo nuestro mundo »; y que Antonio se refiera a él como « el hombre más ilustre que jamás vivió en las corrientes del tiempo. » El drama no da idea de los medios de que se valió César para alcanzar su grandeza éstos se dan por supuestos. El lado flaco de su persona nos justifica la actitud y los argumentos de los conspiradores. Casio dice que César no vale más que sus vecinos; pero su grandeza es precisamente el justificante del dénouement, del desenlace de la acción. Los conspiradores trataron de vencer al destino con el asesinato de César; pero el espíritu de éste los destruye a ellos.

El carácter de Casio se presta más a una mala interpre

tación que el de otra persona cualquiera del drama. Es fácil considerarlo sólo como un hombre de mal humor, enemigo personal de César, que fomenta la conspiración contra éste para satisfacer su rencilla personal, mientras que a los ojos del mundo se presenta como patriota de miras elevadas. Estos motivos personales no son suficientes para explicar su proceder. El mero pensamiento de ser esclavo de un hombre que no reune mejores condiciones que él aumenta su rencor y sin duda juzga mal la personalidad y conducta de César. Su odio hacia el tirano está secundado por su odio hacia la monarquía, el dominio de un solo hombre; no sólo se opone a ser esclavo sino desea que todos los romanos sean libres.

No es el deseo de Casio hacer de Bruto un instrumento .para poder conseguir sus propósitos, sino que está dispuesto a compartir con él la dirección de los asuntos. En la discusión de los proyectos y medios, Casio se somete a la voluntad de Bruto por el amor y respeto que le tiene, aunque el lector está convencido de que la razón está siempre de parte de Casio. Cicerón no es admitido entre los conjurados; a Antonio le dejan vivir y aun hablar en los funerales de César; y la suerte de los conjurados la aventuran en una sola batalla. La conducta de Casio deja mucho que desear. Está dispuesto a emplear cualquier medio para lograr el fin que persigue; está presto para despachar a Antonio lo mismo que a César; y condona los medios adoptados por sus subalternos para allegar recursos. A pesar de estos defectos, posee otros rasgos favorables. Sus adherentes le estiman; Titinio se suicida después de la muerte de su jefe; y en el concepto de Bruto es «el último de todos los romanos. >> Intelectualmente es el más perspicaz de todos los conjurados; es el hombre que sabe tomar la iniciativa, y que conoce a los demás hombres con sus defectos y buenas cualidades.

En Bruto encontramos un hombre muy distinto. Toda Roma tenía tanta confianza en su carácter sin tacha, que

los conjurados que se habían propuesto derribar a César en el momento que éste estaba pronto a asumir el poder supremo, anhelaban la participación de Bruto para poder encubrir con buenos motivos su acción y ganar así la aprobación del pueblo. El amor patrio de Bruto es una virtud exagerada. Apelando al bien general, Casio conduce a Bruto a hacer el mal para que de ello resulte el bien. Casio sabe perfectamente que será muy dificil justificar el asesinato del gran César; que la mayor parte de los participantes no fundan su acto en el espíritu de justicia, que no podrá existir la convicción moral de la necesidad del asesinato en la mente del pueblo. Bruto está animado por móviles más elevados; está convencido de la justicia de la causa contra César; cree que los otros conjurados y el público en general mirarán el crimen como obra buena; y opina de buena fe que su propia participación convencerá al pueblo que el asesinato está justificado. Bruto amaba a César, pero lo mató para

el bien general.

Para el pueblo este acto no tuvo otra interpretación que el de una traición personal y una perfidia de marca mayor. Ante los ojos de los espectadores parece pagar los beneficios que le debe a César, matándolo.

Bruto fracasa porque su desinterés, su patriotismo elevado, su rectitud no son suficientes para vencer los efectos contraproducentes de su falta de buen criterio, su falta de don de gentes, y su falta de perspicacia, todo lo cual le inhabilita para la dirección de los asuntos. Bruto presupone que el pueblo aceptará su afirmación de que el crimen se cometió por móviles patrióticos, que no tiene otro fin que el bien general, sin darse cuenta que esta aclaración podrá contrarrestarse por los argumentos prácticos presentados a los sentimientos del pueblo en el hábil discurso de Antonio. En una palabra, Bruto es un caballero distinguido, inexperto en los asuntos y trato de los hombres, que se propone llevar a cabo

« ПретходнаНастави »